jueves, 21 de julio de 2011

Crispín d'Olot «Magiste Juglaris» por la Escula de Juglaría de Sant Facunt‏


La Escuela de Juglares de Sahagún reabre sus puertas y nombra a Crispín d’Olot maestro de juglares.

En el acto de clausura de las jornadas dedicadas a la escuela de juglares de Sahagún, la concejala de cultura Cándida Buiza otorgó a Crispín d’Olot el título de Magister Juglaris y calificó su espectáculo “Juglares, clérigos y trovadores” como una clase magistral de juglaría.

Como ya viene siendo tradición, Sahagún rememoró los pasados días 15, 16 y 17 la existencia de la único gremio de juglaría del que tenemos constancia en la vieja Europa, que es tanto como decir en el mundo. Crispín d’Olot fue el elegido para clausurar estas jornadas llevando al auditorio Carmelo Gómez el espectáculo, “Juglares, clérigos y trovadores. La importancia de Sahagún en el origen de la lengua castellana”. En él equiparó la Escuela de Juglaría de Sant Facunt al monasterio de San Millán de la Cogolla y al de Silos. Conviene recordar que Gonzalo de Berceo, primer poeta de nombre conocido en la lengua de Cervantes, se denomina a sí mismo “juglar de la Virgen María”, lo mismo hacen otros autores y predicadores de la edad media tal que san Francisco de Asís (juglar de Dios). Esto permite suponer que la difusión oral de la incipiente lengua castellana o española precede a la escrita y que esta labor divulgativa la realizan principalmente los juglares, que como es público y notorio no dejaron otro testimonio que el oral. De ahí la importancia de una escuela de juglaría en la zona sur del Camino de Santiago, apoyada por la burguesía local, en donde se creaban espectáculos juglarescos en lengua romance que luego se representaban por villas, pueblos y aldeas, y que posteriormente serían fuente de inspiración y de trascripción para las clases letradas.

La actuación fue aclamada con una gran ovación del público asistente, que llenaba la sala. Posteriormente Crispín d’Olot procedió a realizar la última prueba a los 6 aspirantes a juglares de la Escuela de Juglaría de sant Facunt, que consistió en mimar el soneto clásico de nuestras letras y de todos conocido “Érase un hombre a una nariz pegado”. Además fue el encargado de galardonar a los noveles juglares que durante los tres días realizaron diversas y variadas pruebas en las que mostraron su capacitación y valía.

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