miércoles, 27 de septiembre de 2023

“Losdelfole”, grupo de música tradicional de las comarcas de Vidriales, Sanabria y la Carballeda ofrecerán un concierto este sábado en La Bañeza


- “Losdelfole” ofrecen un repertorio de música tradicional zamorana, con instrumentos como la gaita sanabresa y la percusión.

- Con entrada gratuita, el concierto se celebrará este sábado 30 de septiembre a las 20 horas en la Calle La


Harinera.


La mejor música tradicional de las comarcas zamoranas de Vidriales, Sanabria y la Carballeda, tan vinculadas comercial e históricamente a las Tierras Bañezanas, se dará cita este sábado día 30 de septiembre a las 20 horas, gracias al concierto que ofrecerán los integrantes de “Losdelfole”, grupo formado por cinco miembros provenientes de los Valles de Benavente, que actúan por primera vez en nuestra ciudad.

El grupo cuenta con la música tan singular y característica de la gaita sanabresa, interpretada por tres de sus miembros – Iván Alfonso Acedo, Francisco José Majado y María Prieto –, acompañados en las percusiones por Yasmina Inés Franganillo y Miriam Chamorro. Los integrantes del grupo provienen de la Escuela del Consorcio de Fomento Musical de Zamora, con sede en la población zamorana de Camarzana de Tera, de la que fueron alumnos y, en alguno de los casos, profesores de la misma.

Con más de 15 años de historia a sus espaldas, “Losdelfole”·tienen un repertorio tradicional de la comarca de Vidriales, Sanabria y la Carballeda y han participado en numerosas fiestas y romerías desde Benavente hasta Sanabria, habiendo llegado a participar en el Festival de Músicas Diversas, que se celebra anualmente en la capital segoviana.

El concierto se celebrará este sábado 30 de septiembre a las 20 horas en la Calle La Harinera, con entrada gratuita.

jueves, 21 de septiembre de 2023

Estrenada en España y recientemente presentada en México, llega al Teatro Municipal de La Bañeza “La voz humana”, de Jean Cocteau, representada por la actriz mexicana Ángeles Rodríguez

- “La voz humana”, obra del dramaturgo francés Jean Cocteau escrita en 1930 y llevada a la ópera en 1958 por Francis Poulenc

- Años más tarde y bajo el título de “La voce umana”, la obra fue interpretada en la gran pantalla por la mismísima Sophia Loren como actriz principal, dirigida por Edoardo Ponti

- Con una entrada única de 5 euros, la obra se representa en el Teatro Municipal de La Bañeza este sábado día 23 de septiembre a las 20:30 horas

La Voz Humana de Jean Cocteau parte de la extraña situación de una sola mujer telefoneando a su amante, que acaba de abandonarla. Un monólogo hecho de palabras y silencios que parece ser lo único que le queda a la mujer para retener la vida que se le escapa... Una tragedia con el teléfono como único protagonista.

Bajo esta premisa, PasoBásico, una asociación leonesa creada en 1998 para contribuir a la difusión y creación de actividades culturales dentro de nuestra provincia, decidió llevar a escena un montaje tantas veces repetido desde su estreno en los años 30, interpretado con una visión actual, como un grito emergente al creciente número de suicidios que se registra día a día en nuestro país.

Pese a la cruda realidad de las estadísticas y al aumento de los suicidios, la compañía, consiente y responsable del poder comunicativo del teatro, han decidido convertir esta obra

existencialista en un canto a la vida, respetando el texto original del autor y explorando todas las capacidades del final abierto que plantea.

Interpretada genialmente por la actriz y directora teatral mexicana Ángeles Rodríguez, radicada en España desde 2013, co-dirigida por Mercedes Saiz y ella misma, y con coreografía de Martín Castaño. La compañía realiza una propuesta dinámica y visual que pretende ser esa bocanada de aire fresco que nos permite tener una nueva perspectiva. Así, la escenografía ha sido diseñada como un elemento simbólico del paso emocional por el que transcurre el personaje, realizada expresamente para este montaje. Una escenografía que pasa del estilo lineal y ordenado de Edward Hopper a la intensidad cromática y emocional de Edvard Munch.

La obra cuenta con la colaboración del colectivo ENTRETEJIDAS, quienes realizaron los telones emocionales, a través de muchas pruebas antes de llegar al diseño final.

Las entradas se encuentran ya a la venta, al precio único de 5 euros, en las oficinas municipales de lunes a viernes en horario de 9 a 14 horas; en la taquilla del teatro, los días de función, en horario de 12 a 14 horas y dos horas antes del comienzo de la función y en la web www.teatrolabañeza.es

Llegó al Teatro Municipal de La Bañeza “La voz humana”, de Jean Cocteau, representada por la actriz mexicana Ángeles Rodríguez


- “La voz humana”, obra del dramaturgo francés Jean Cocteau escrita en 1930 y llevada a la ópera en 1958 por Francis Poulenc, pone en escena el aumento de las tasas de suicidios como consecuencia de la pasada pandemia

- Años más tarde, en 2013 y bajo el título de “La voce umana”, la obra fue interpretada en la gran pantalla por la mismísima Sophia Loren como actriz principal, dirigida por Edoardo Ponti

- Con una entrada única de 5 euros, la obra se representa en el Teatro Municipal de La Bañeza el próximo sábado 23 de septiembre a las 20:30 horas.



La Voz Humana de Jean Cocteau parte de la extraña situación de una sola mujer telefoneando a su amante, que acaba de abandonarla. Un monólogo hecho de palabras y silencios que parece ser lo único que le queda a la mujer para retener la vida que se le escapa... Una tragedia con el teléfono como único protagonista.

Bajo esta premisa, Paso Básico, una asociación leonesa creada en 1998 para contribuir a la difusión y creación de actividades culturales dentro de nuestra provincia, decidió llevar a escena un montaje tantas veces repetido desde su estreno en los años 30, interpretado con una visión actual, como un grito emergente resultado del confinamiento y el creciente número de suicidios que se registra día a día en nuestro país.

Pese a la cruda realidad de las estadísticas y al triste aumento de los suicidios, la compañía, consientes y responsables del poder comunicativo del teatro, han decidido convertir esta

obra existencialista en un canto a la vida, respetando el texto original del autor y explorando todas las capacidades del final abierto que plantea.

Interpretada genialmente por la actriz y directora teatral mexicana Ángeles Rodríguez, radicada en España desde 2013 y con coreografía de Martín Castaño, la compañía realiza una propuesta dinámica y visual que pretende ser esa bocanada de aire fresco que nos permite tener una nueva perspectiva. Así, la escenografía ha sido diseñada como un elemento simbólico del paso emocional por el que transcurre el personaje, realizada expresamente para este montaje. Una escenografía que pasa del estilo lineal y ordenado de Edward Hopper a la intensidad cromática y emocional de Edvard Munch.

La obra cuenta con la colaboración del colectivo mexicano ENTRETEJIDAS, quienes realizaron los telones emocionales, a través de muchas pruebas en busca de los soportes, las telas y los diseños, antes de llegar al diseño final.

Las entradas se encuentran ya a la venta, al precio único de 5 euros, en las oficinas municipales de lunes a viernes en horario de 9 a 14 horas; en la taquilla del teatro, los días de función, en horario de 12 a 14 horas y dos horas antes del comienzo de la función y en la web www.teatrolabañeza.es.

La pianista Belén Ordóñez ofrecía un concierto en el Teatro Municipal el sábado 9 de septiembre, dentro del II Ciclo Ángel Barja y compositores leoneses

- El concierto forma parte del ciclo “Ángel Barja y compositores leoneses”, organizado por la Orquesta Ibérica con el patrocinio del Instituto Leonés de Cultura de la Diputación de León y la colaboración del Ayuntamiento de La Bañeza

- Con entrada gratuita, las invitaciones se pueden recoger ya en las oficinas municipales, en la taquilla del teatro y en la web www.teatrolabañeza.es



El ciclo “Ángel Barja y compositores leoneses” recala por segundo año consecutivo en nuestra ciudad, con la celebración el pasado sábado 9 de septiembre a las 20:30 horas, del concierto de la pianista leonesa Belén Ordóñez, quien ofrecerá el siguiente repertorio de piezas:

ÁNGEL BARJA (1938-1987)

Canto en la vieja Catedral

Pícolo pianto

Canción en forma de Rondó

Gólgota (apunte)

ANTÓN GARCÍA ABRIL (1933-2021): Sonata de las cuatro Estaciones

Allegro - Moderato e cantábile - Andante, con mosso – Allegro

JULIO ALLER (1957): Azimut

PEDRO BLANCO (1883-1919)

Mazurka del Amor

Mazurka del Dolor

JAVIER CENTENO: Tríptico de León (estreno)

Calle Ancha - Bernesga – Catedral

relato de Paco R. Fuertes

 Era una bendición de los dioses aquella comarca llamada Los Campos de Recaredo, su extenso páramo se veía compensado a una distancia relativamente corta por un río caudaloso, que en su largo cauce de recovecos hacía fértil su ribera y aledaños. El nombre de este río llamado Eleonor se lo pusieron los árabes para referirse al mismo como “Dios es mi luz”. Otra leyenda dice que el nombre del riacho lo llevaba porque una cristiana, llamada Eleonor, estaba enamorada de un importante guerrero musulmán, Bashîr Farid (“El único”, “El que trae buenas noticias”) Al enterarse el padre cristiano de que su hija se había prendado de aquel guerrero islamita, la envió a un convento de clausura de por vida y nunca más la volvió a mirar a la cara, renegando de ella para siempre. La hija del conde Don Demetrio enloqueció en el convento, y se murió cuando aún no había cumplido los diez y siete años. Al enterarse Bashîr Farid de la gran desgracia que le había ocurrido a su amada, montó su caballo y se fue a lo alto de las montañas del Norte y después de mirar fijamente a la Meca se puso primero a rezar y a continuación a llorar; y lo hizo con tanta fuerza que sus lágrimas dieron origen al nacimiento del río Eleonor.

Los Campos de Recaredo, fue el nombre que recibió la comarca después de haber sido reconquistada a los moriscos, ya que antes la llamaron Los Oasis de Farid y las Montañas de Bashîr, aunque el río sí se siguió llamando Eleonor. Otros dicen que el origen del nombre del río fue porque la madre del Condestable Don Pelayo de Mendoza se llamaba Eleonor y el Conde sostenía que el nombre del río se lo pusieron en honor a su madre, propietaria anterior de las tierras de esta comarca. Está claro que los estudiosos no se ponen de acuerdo.

Parece ser que la montaña donde nacía el río se llamaba La Cordillera del Norte, también denominada por los cristianos como La Sierra de la Salvación, fue un monje influyente quien le puso ese nombre para dar fe de que se trataba de una tierra cristiana que le había sido reconquistada a los árabes. El Eleonor era un río largo porque las montañas donde nacía estaban muy alejadas del mar, aunque su caudal era mucho menor a un río norteño. La infinidad de insectos que revolotean por el agua a la caída del sol eran el alimento por excelencia de los peces, pero también las gusarapas y gusanos que se escondían entre las piedras del agua no eran despreciados por los invertebrados que se criaban bajo la riqueza de sus aguas. Las truchas, los barbos, las bogas, las sardas, las carpas, los cangrejos de río en las cuevas de muchas pozas…

Y en el propio caudal o en pequeñas charcas cercanas a su cauce también se movían con más o menos soltura las ranas y los sapos, las tortugas de agua dulce y las culebras. No faltaban las aves que se acercaban a las orillas del Eleonor: la polla de agua, los patos, el rascón, la garza real… En sus riberas se podían distinguir los sauces, que en la zona más cálida del río se convertían en carrizos. Los chopos, olmos y robles con sus ramajes formaban las sombras de nuestro río.

Un día, de una de las primaveras más lindas que jamás hayan existido, yo navegaba con una pequeña barca por El Eleonor. Los deshielos del duro invierno hacían que el agua tuviese una gran fuerza y había que remar con mucha precaución. Después de un largo periodo, sintiéndome ya cansado, aproveché un remanso del caudal y dejando mi barca amarrada en la orilla, me detuve a descansar debajo de unos olmos. El sol estaba ya bajando por el Oeste y eso hacía que los mosquitos estuviesen revoloteando encima del agua; los peces, especialmente las truchas, saltaban haciendo grandes acrobacias sobre el agua para capturar a los insectos. De repente se me heló el corazón y me paralicé. Del fondo del río apareció una joven hermosa. Tenía la cara de nácar y los labios perfectos, su cabellera rubia se descolgaba por su espalda y hacía resaltar con fuerza unos ojos azules que brillaban como las estrellas.

Su vestido de color azul aguamarina se movía vaporoso al compás de sus manos estilizadas y de unos dedos alargados; aquella mujer esbelta corría por el agua gritando:

—¡Farid, Farid, amor mío!—nadie contestó, y ella no se fijó en mi presencia y si lo hizo, poco debía yo importarle, creo simplemente que me ignoró. Subía y bajaba corriendo por encima de las aguas, mientras un grupo numeroso de peces, barbos, carpas, tencas y truchas la acompañaban haciéndole una especie de escolta por las transparentes aguas.

A lo lejos y por la otra orilla del río se acercaba alguien cabalgando a todo galope, cuando se fue acercando un jinete que montaba a un caballo blanco de grandes fosas nasales y pequeños hocicos; el equino tenía la cabeza refinada en forma de cuña y una frente amplia. Enseguida me fui dando cuenta de que se trataba de un caballo de raza árabe, y sobre todo cuando paró en la orilla frente a mí comprobé que un buen talabartero habría repujado la montura y las riendas del corcel árabe, porque eran espectaculares.

Desmontó, de aquel hermoso rocín, un hombre que vestía con una blusa color magenta debajo de una silaba amarilla e iba cubierto con un turbante albugíneo. Sus pasos eran firmes y seguros, su altura se acercaba a los dos metros y su tez oscura se acentuaba más por su cuidada y poblada barba negra.

—¡Eleonor! ¡Eleonor! —llamó una y otra vez con una voz muy grave y cálida a la vez. No halló respuesta. El guerrero árabe notó mi presencia y echó su mano sobre su enorme cimitarra. Yo le hice un saludo, intentando demostrarle que estaba en son paz. Me preguntó si había visto a una joven con el pelo rubio. Yo no abrí la boca de lo asustado que estaba y me limité a asentir con un temeroso gesto, señalando río arriba, que era dónde yo había presenciado correr sobre las aguas a la bella mujer de los ojos azules.

De un salto espectacular, el guerrero árabe, montó con destreza su caballo y espoleándolo se fue cabalgando por encina de las aguas del río Eleonor sin apenas tocarlas, como si flotarán caballo y jinete encima de la corriente fluvial. Me di enseguida cuenta de que lo yo estaba viendo eran los fantasmas de Bashîr Farid y su amada Eleonor.

El guerrero encontró a su amada y la subió junto a él a la grupa de su montura, luego bajaron llevando al caballo al paso hasta donde yo estaba y haciéndome un saludo reverente se alejaron río arriba, quizás hasta el nacimiento del Eleonor donde Farid derramó tantas lágrimas cuando se enteró de la desaparición de su amada. Ahora sus espíritus vagaban errantes por la tierra, pero al menos estaban juntos. Yo levanté mi mano correspondiendo a su saludo. Una vez que la pareja desapareció de mi vista, monté de nuevo en la barca y regresé, con dificultad en mi forma de remar, a mi destino.

Ayer fui a pescar, con mi padre Eugenio, al río Eleonor. Mi progenitor siempre fue un gran pescador de truchas, yo siempre lo acompañaba como un simple comparsa. Él lanzó con destreza la tanza de su caña sobre la corriente, con un cebo sorprendente: moscas artificiales que él mismo se fabricaba. Pescó una gran trucha, la sacó con delicadeza y luego la colocó en una red dentro del agua, después con exquisito cuidado le quitó el anzuelo de su boca y soltó el pez para que subiera río arriba, a contracorriente, quizá aquella trucha formaba o formaría un día parte del cortejo de la bella Eleonor, que ponía nombre al río de mi infancia y parte de mi vida donde yo soñaba muchas veces historias como la que les estoy narrando. Antes, yo lanzaba cantos rodados para cortar el agua cristalina de mi río; ahora ya tengo más cuidado, por si un día debajo de su fondo aparece la bella joven cristiana Eleonor y su amado guerrero musulmán Bashîr Farid “El único” “El que trae buenas noticias”