martes, 26 de julio de 2022

EL PREMIO NACIONAL DE POESÍA CONRADO BLANCO LEÓN Y ATIENE GANADOR

El sábado 23, se reunió el jurado compuesto por Adolfo Alonso Ares, D. Andrés Martínez Oria, D. Luis Pedro Carnicero de la Fuente, Dña. Luisa Arias González y Dña. María Rosario Martínez Domínguez en calidad de Secretaria con voz y voto. Se recibieron 160 trabajos provenientes de toda la geografía española y varios países extranjeros: Argentina, Italia, Alemania, Polonia, Méjico, Cuba, Francia…
Después de las previas selecciones y sucesivas votaciones, el jurado falló a favor del poema titulado “Ciudad de mí, tan sola” que abierta la plica, resultó ser su autor el talaverano (por residencia) Antonio San Miguel Roldán que nació en Madrid en 1976 y se traslada a Talavera de la Reina en1989 donde reside actualmente. Se diploma como Trabajador Social por la Universidad de Castilla-la Mancha y posteriormente se Gradúa en Trabajo Social. Inicia su actividad literaria en la década de los 90, publica artículos de opinión en periódicos locales, ensayos filosóficos, cuentos… A principios de siglo, vuelve a Madrid para iniciar estudios de interpretación actoral en la Escuela “Metrópolis”. Actualmente desempeña funciones de trabajador social en un Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual, y es docente de interpretación actoral, dramaturgia y director de teatro Ha sido cofundador y director de la Escuela de Teatro y Cine “JOAQUÍN BENITO DE LUCAS” y de la Escuela de Escritores “PERSILES”. Entre sus méritos poéticos cabe destacar: finalista premio Adonáis 2008 con “La canción del agua”, ganador del premio nacional de poesía “Joaquín Benito de Lucas” (2012), Accésit en el Certamen internacional de poesía “Creadores para la Libertad y la Paz” (2015), Premio internacional de poesía “Joaquín Lobato”(2016), premio ateneo de Alicante(2018), premio de poesía “José Hierro” (2018) con su obra “Llegar a Portugal en un ferrocarril que ya no existe”, premio internacional de poesía Juan Alcaide (2019), premio nacional de poesía Balanceo (2019), premio internacional de poesía Villa de Iniesta (2020), premio internacional de poesía Avant Ciudad de Ceuta (2020), Premio nacional de poesía “Castillo de Rochafrida” (2021), Premio Certamen internacional de poesía “Jara Carrillo” (2021), Premio Certamen de poesía “Poeta Juan Calderón Matador” (2022). Entre sus obras publicadas están “A riesgo de ser niño”, “Crematorio del mar”, La muerte de Rómulo” y “Cartografía en la piel de los vencidos” Además, ha publicado junto a Álvaro Muñoz la obra biográfica, teatral y poética “La herida cóncava” (2020) dedicada al torero Joselito. Durante el presente año coordinó la edición del libro “El río, su derrota y el remero” del poeta Pedro Tenorio. El poema ganador “Ciudad de mí, tan sola” está inspirado en la ciudad de Madrid, ciudad en la que nació y residió en varias ocasiones a lo largo de su vida y a la que está fuertemente vinculado. La ciudad inmensa, colosal, inabarcable en la que indaga desde la humildad más sencilla que late dentro. Ciudad que provoca en su interior un profundo sentido de aislamiento. Mientras más se acerca a ella, más seguro está de la soledad como condición inmanente a lo humano que solo se percibe, o al menos de manera más nítida, en las grandes urbes. Sin embargo, no es una soledad triste, sino reflexiva, que escarba en lo hondo del propio ser. A lo largo del poema vislumbra mundos inespecíficos que no necesita concretar. Habla de sí mismo y de la necesidad de expresar sus propias emociones, respecto a la ciudad envolvente, a través de la poesía Fragmentado en endecasílabos, las imágenes se suceden en cascada, con una musicalidad que atrapa al lector desde el primer verso hasta el último, invitándole al maravilloso viaje de la lectura, trayecto que hay que hacer en solitario. CIUDAD DE MÍ, TAN SOLA Hay un sonido extraño, una verdad a medias comprendida, otra jornada que asoma y ya se cuenta como nueva. Hacia mi casa estéril, un sol vago, entre nubes, se acerca entristecido. A veces cenicienta, a veces gris, la luz que pinta a golpe en mis paredes. Muy cerca del jardín, pero a este lado, hay una habitación con amplias vistas y dos sombras muy quietas sobre el aire inerte de una cama. Las pesadas persianas van abriéndose, despacio, hacia un mundo que apenas se percibe. Aquella mano firme, aquel impulso dado, muy pronto dejan ver un haz de ráfagas, un hálito en silencio donde la luz hacia otra luz se expande con su invasora forma. La penumbra va perdiendo su reino, lo que entonces, inhóspito, se hallaba entre lo oscuro, la mano sin dolor lo muestra claro, y la ciudad se va restituyendo hacia una enormidad de extensos límites. Me llega a seducir mientras la escucho, intenta acariciarme, y la presiento muy cerca de mi ropa, en todas partes. Desde esta soledad vienen recuerdos con recuerdos que agrandan mis desdichas. Ciudad que estás naciendo, igual que yo, en un presente hipnótico continuo, ¡qué paz, cuando en la tarde luminosa, encontrados los dos, sea tu espejo; la misma luz de nuestra propia imagen! Y a mi lado, por fuera, tú respiras; cercana y tenebrosa, y en quietud constantemente incierta, inmóvil suenas. Inventada en el acto, prontamente te lanzas, precipitas, luego duermes y descansas encima de un colchón hecho de pelo, aquí, sobre mi carne. Te veo en el reflejo de una copa, tras de mí, reencarnada, inmóvil, quieta, otras moviéndote en la luz, sin peso, o andar sobre el asfalto. Por encima, la música, las nubes, las estrellas, universos remotos, libres aves. También del cielo llega, con su furia aplanada, el frío golpe del otoño que tatúa por dentro mi tristeza. Aquí nos encontramos, frente a frente, aquí te haces de amor, aquí construyes, aquí al azar, los pálpitos traídos, arrojados con fuerza a la intemperie -mi campo de batalla-. Aquí te espero, pues esperar también es una forma de acercarse. Ya el cielo deja ver su mortecina mano…

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