miércoles, 28 de julio de 2021

FALLO DEL XXXIII PREMIO NACIONAL DE POESÍA CONRADO BLANCO LEÓN

El sábado 17 de julio 2021 se reunió en La Bañeza el jurado calificador del XXXIII Premio Nacional de Poesía Conrado Blanco León, compuesto por Adolfo Alonso Ares, escritor, poeta, pintor; Andrés Martínez Oria, escritor y poeta; Andrés P. Broncano, escritor y poeta; Luisa Arias González, secretaria de la Fundación Conrado Blanco; y Felipe Pérez Pollán en calidad de secretario del jurado con voz y voto. De los más de doscientos poemas recibidos, quedaron seleccionados 10 que fueron objeto de deliberaciones y sucesivas votaciones por parte del jurado que finalmente falló a favor del poema titulado: “SI MI HERMANA HUBIESE LEÍDO LAS FLORES DEL MAL” presentado bajo el seudónimo Publio. Abierta la plica resultó ser su autor el poeta Néstor Julio Rojas Mata, premio Nacional de Poesía de Venezuela en 2016. Según el jurado mereció ser galardonado, por ser un poema fruto de contrastes bien equilibrados que se perciben como un todo absolutamente homogéneo; una obra elegíaca, dedicada a una hermana fallecida, y escrita desde la distancia del tiempo. El dolor de la pérdida, más el leve meditar desde la serenidad, la elevación de la lengua poética sumada a la cruda realidad que poco a poco cede espacio a unos deseos propios del realismo mágico, llevan a esta sublime creación poética. Es una poesía de intimidades, de intenso recorrido que ahonda en la infinidad de un paisaje emocionado. Se descubre en él la inexplicable perplejidad de la poesía. Penetra en lo desconocido y desconcertante, esas regiones donde solo sabe llegar el arte. En esta obra, el poeta dibuja las palabras y las muestra en colores para que podamos y sepamos indagar en la emoción de esos paisajes. El premio dotado con 2.000 € se le entregará el 1 de agosto en el acto de Poesía para Vencejos. Breve reseña biográfica del ganador. NESTOR ROJAS (Venezuela, 1961). Poeta. Artista plástico. Narrador. Ensayista.Autor de los libros: Transfiguraciones (1988), Sepia, (1992); Diario de El Fulmar (1993); Ocre (1994); Los Trabajos del tiempo (1996); Hexagramas del vértigo (1997). “Archivo apócrifo por correo electrónico” (2004). En trance de Mudanza (2008), Antología Comentada del Orinoco (2009), “Alguien enciende una luz” (2020), entre otros. Fue becado por la Unesco para realizar estudios de investigación literaria en México, Colombia, Irlanda y España (Barcelona). Su trabajo creador ha merecido premios y menciones en diversos certámenes literarios nacionales e internacionales. Su nombre aparece en varias antologías de poesía latinoamericana, incluyendo una preparada por el reconocido crítico Julio Ortega. Es miembro fundador de la Asociación de Escritores de Venezuela, Fundación Poesía y la Red de Escritores de Venezuela. Es Premio Nacional de Poesía de Venezuela (2016). SI MI HERMANA HUBIESE LEÍDO LAS FLORES DEL MAL Néstor Rojas Si mi hermana Elisa no se hubiese comido las Flores del Mal en vez de leerlas estaría conmigo como aquella última vez en que juntábamos las hojas secas que caían de los árboles de mango. En las tardes perseguíamos las mariquitas escarlatas de siete puntos. Ella pasaba el día comiendo flores y jugando con los escarabajos. Si mi hermana Elisa no se hubiese comido las Flores del Mal le explicaría con lujos de detalles, como si fuese ayer, por qué los fulmares vagabundos persiguen a los navíos de los pescadores. Ella nunca supo que crucé el Mar Caribe en un barco llamado El Fulmar. Le diría el motivo por el cual los guácharos viven como murciélagos en las frías cavernas de la selva, arrastrando sus lamentos desde las tinieblas por las oscuras galerías subterráneas de los países de las serpientes. Esas aves de noche son capaces de quedarse suspendidas apenas amanece. O torcer su vuelo para navegar a través de las zonas más lóbregas. Si mi hermana, la que comía flores y tenía los ojos como un día de verano, no se hubiese muerto aquella vez bajo la lluvia, hace ya unos cuantos años, ella y yo volveríamos a jugar a los barquitos de papel. Los echaríamos a andar siguiendo las corrientes de agua del cielo. Le diría que el nido de un aguaitacamino es como mi madriguera: Un montón de hojas y libros y lápices de colores encima de los pantanos. En ocasiones su recuerdo atraviesa mi pasado y se queda observándome. Yo sé que ella quiere que yo le cuente lo poco que he vivido. Que le diga si he visto a los árboles vestirse de blanco. Ella no sabe que soy un extranjero en la tierra de los pájaros grises. Y que a veces no encuentro qué hacer con mi silencio. Ella no sabe que dejé los sabanales y ahora soy un exiliado dispuesto a esconderse en la casa de un triste caracol. Si mi hermana muerta hoy saliera de mis ojos como sale la luz de los viaductos celestes, la llevaría al lugar donde aún no comienza el otoño y florecen los geranios. Si mi hermana muerta no hubiese caído al suelo aquella mañana diluviana, en que el diablo peleaba con la diabla, yo la tendría conmigo comiendo palomitas de maíz. Y le leería este poema para que abra los ojos. Y luego nos iríamos a recorrer los pueblos despoblados que aquí se borran del mapa. No le hablaría de los velos del misterio y de los fríos pasajes de la muerte. Porque ella los conoce y del despojo puede dar testimonio. Si mi hermana Elisa no se hubiese comido las Flores del Mal para este invierno le compraría un paraguas de muchos colores. Y nos iríamos al paraíso del sol donde siempre es primavera. Allí da lo mismo que llueva porque otra vez no volverá a morirse. Si mi hermana no se hubiese comido las Flores del Mal de Baudelaire le contaría que hoy he visto la nieve caer como nunca pero también le diría que vi la primavera y los campos llenarse de girasoles. Le diría que como ella tiene la forma de un fantasma pequeño puede entrar y salir de cualquier parte y moverse como el aire. Que como es invisible podría sacar mucho dinero de los cajeros automáticos para irnos de vacaciones al mar de las islas esmeraldas. Y como recompensa yo le mandaría a hacer una mariposa dragona como tatuaje en su cuello de gacela. Y nos iríamos los dos a las praderas de las luciérnagas donde nunca anochece.

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