José Cruz Cabo
José Luis Baeza de la Fuente, más conocido en la ciudad por Baeza,
descendía de una familia de posibilidades económicas y de mucho
prestigio social, por lo que estudió en Valladolid la carrera de
Derecho, que al final no quiso terminar. Después se presentó a las
oposiciones para entrar en la primera escuela de Periodismo que
se fundaba en España, en Madrid, sacó el número dos, pero no se
llegó a presentar. Cuando El Adelanto comenzó su segunda etapa,
después de haber estado sin salir desde abril a octubre de 1948,
había que contar con la colaboración de José Luis Baeza, pues era
una persona de una gran memoria y de unos conocimientos fuera
de lo normal, ya que lo mismo sabía de literatura, de pintura, de
cine, de literatura, de política, de la historia de la Iglesia católica o
de la protestante, de fútbol, de ciclismo, de teatro, de cualquier
tema del que se pudiera hablar o escribir. Su memoria era
privilegiada y si hubiera sido una persona más constante y que le
hubiera gustado el dinero, hubiera podido llegar a donde hubiera
querido, dentro de la sociedad nacional de aquellos tiempos, pues
saber y capacidad le sobraban.
Cuando el semanario bañezano volvió a salir en octubre, se contó
con su pluma y enseguida destacó entre los redactores por su
peculiar y asombrosa forma de escribir, ya que sus artículos eran
esperados como agua de mayo por los lectores. Su forma, su
agradable literatura, sus profundos conocimientos de cualquier
tema y su increible manera de exponerlos, hacían que la gente los
estuviera esperando con pasión y cuando a una persona mayor no
le alcanzaba la vista, o no sabía leerlos, pedía a su mujer o a
alguno de sus hijos que se los leyera y la gente los disfrutaba
como algo excepcional y bello.
Tuvo muchas secciones hasta 1971, en que falleció atropellado
por un coche que nunca apareció. Lo único malo que tenía era que
solo escribía por rachas, era muy raro que estuviera medio año
seguido escribiendo. Unas temporadas escribía varias semanas
seguidas y después estaba otras tantas, o más, sin mandar una
línea a pesar de que era asiduo a la imprenta donde se imprimía
el semanario, cuando no quería escribir, no había forma de
convencerlo y así se pasaba meses. De repente le entraban las
ganas y escribía varias secciones durante una larga temporada y
cuando ya pensabas que iba a seguir, dejaba la pluma y no volvía a
escribir. Era una persona cristiana a machamartillo, para él Dios y
la Iglesia, eran temas inamobibles. Estaban fuera de toda discusión
y eran inatacables.
Yo comencé a disfrutar de su amistad, aunque había diferencia de
años, cuando entró en la redacción de El Adelanto, en Gráficas
Rafael, donde yo trabajaba con mi tío Rafael, en la tipografía y le
tenía que componer sus artículos, que además me gustaba
componérselos, porque en un trabajo monótono y aburrido, como
era la tipografía, con sus artículos me lo pasaba bomba y
disfrutaba a lo grande, aunque recuerdo que una vez ya estaba el
periódico montado para imprimir y de repente entró mi tío Rafael,
al que no se le ha agradecido lo mucho que trabajó ni por el
periódico ni por la juventud bañezana, y me obligó a quitar otra
cosa y meter el artículo que se le acababa de ocurrir a José Luis
Baeza, lo que me indignó y Baeza estuvo un tiempo sin acercarse a
mí, a pesar de que hablabámos mucho de bastantes temas en los
que coincidíamos.
Un día estaba en el Café Royal leyendo la lista de los 120
corredores que iban a participar en la Vuelta a Francia, de la que
era forofo. Otro amigo le dijo, ¿pero para que lees eso ni luego no
te vas a quedar con el nombre de la mayoría?. Baeza muy serio y
enfadado, como acostumbraba cuando le llevaban la contraria, le
dijo. Toma el periódico y mira a ver si se me han olvidado y le dijo
la lista completa tal como venía en Marca. Ese amigo no volvió a
discutirle sobre nada. Se sabía la lista completa del colegio
cardenalicio y los nombres todos de los Papas, desde San Pedro.
Era una enciclopedia viviente. Escribía en una mesa grande que
teníamos en la imprenta y nunca le ví dudar de un dato, a lo sumo
si miraba alguna palabra en el diccionario, muy rara vez. No
permitía que le metiéramos una errata y cuando salía el primer
pliego con su artículo, lo volvía a corregir para que no saliera nada
que él no hubiera escrito y de la forma en que él lo escribía. El día
de Viernes Santo para él, era sagrado, y se ponía camisa blanca y
corbata negra, porque Cristo había muerto y además solía pasar el
día en retiro, o paseando solo por las afueras de La Bañeza. Dos de
sus artículos fueron multados por la censura de entonces y gracias
al obispo de astorga de aquel tiempo, no cerraron el periódico.
Después de fallecido, siendo concejal de cultura Vicente Pérez,
más conocido por "Piva", se publicaron en dos tomos, todos los
artículos de Baeza y encima hoy todavía están tan vigentes como
entonces, ya que el alma humana no cambia. Todavía quedan
ejemplares en el ayuntamiento que hoy son unas joyas. José Luis
Baeza de la Fuente fue uno de los más grandes escritores que tuvo
nuestra ciudad y nadie le ha igualado todavía.
José Luis Baeza de la Fuente, más conocido en la ciudad por Baeza,
descendía de una familia de posibilidades económicas y de mucho
prestigio social, por lo que estudió en Valladolid la carrera de
Derecho, que al final no quiso terminar. Después se presentó a las
oposiciones para entrar en la primera escuela de Periodismo que
se fundaba en España, en Madrid, sacó el número dos, pero no se
llegó a presentar. Cuando El Adelanto comenzó su segunda etapa,
después de haber estado sin salir desde abril a octubre de 1948,
había que contar con la colaboración de José Luis Baeza, pues era
una persona de una gran memoria y de unos conocimientos fuera
de lo normal, ya que lo mismo sabía de literatura, de pintura, de
cine, de literatura, de política, de la historia de la Iglesia católica o
de la protestante, de fútbol, de ciclismo, de teatro, de cualquier
tema del que se pudiera hablar o escribir. Su memoria era
privilegiada y si hubiera sido una persona más constante y que le
hubiera gustado el dinero, hubiera podido llegar a donde hubiera
querido, dentro de la sociedad nacional de aquellos tiempos, pues
saber y capacidad le sobraban.
Cuando el semanario bañezano volvió a salir en octubre, se contó
con su pluma y enseguida destacó entre los redactores por su
peculiar y asombrosa forma de escribir, ya que sus artículos eran
esperados como agua de mayo por los lectores. Su forma, su
agradable literatura, sus profundos conocimientos de cualquier
tema y su increible manera de exponerlos, hacían que la gente los
estuviera esperando con pasión y cuando a una persona mayor no
le alcanzaba la vista, o no sabía leerlos, pedía a su mujer o a
alguno de sus hijos que se los leyera y la gente los disfrutaba
como algo excepcional y bello.
Tuvo muchas secciones hasta 1971, en que falleció atropellado
por un coche que nunca apareció. Lo único malo que tenía era que
solo escribía por rachas, era muy raro que estuviera medio año
seguido escribiendo. Unas temporadas escribía varias semanas
seguidas y después estaba otras tantas, o más, sin mandar una
línea a pesar de que era asiduo a la imprenta donde se imprimía
el semanario, cuando no quería escribir, no había forma de
convencerlo y así se pasaba meses. De repente le entraban las
ganas y escribía varias secciones durante una larga temporada y
cuando ya pensabas que iba a seguir, dejaba la pluma y no volvía a
escribir. Era una persona cristiana a machamartillo, para él Dios y
la Iglesia, eran temas inamobibles. Estaban fuera de toda discusión
y eran inatacables.
Yo comencé a disfrutar de su amistad, aunque había diferencia de
años, cuando entró en la redacción de El Adelanto, en Gráficas
Rafael, donde yo trabajaba con mi tío Rafael, en la tipografía y le
tenía que componer sus artículos, que además me gustaba
componérselos, porque en un trabajo monótono y aburrido, como
era la tipografía, con sus artículos me lo pasaba bomba y
disfrutaba a lo grande, aunque recuerdo que una vez ya estaba el
periódico montado para imprimir y de repente entró mi tío Rafael,
al que no se le ha agradecido lo mucho que trabajó ni por el
periódico ni por la juventud bañezana, y me obligó a quitar otra
cosa y meter el artículo que se le acababa de ocurrir a José Luis
Baeza, lo que me indignó y Baeza estuvo un tiempo sin acercarse a
mí, a pesar de que hablabámos mucho de bastantes temas en los
que coincidíamos.
Un día estaba en el Café Royal leyendo la lista de los 120
corredores que iban a participar en la Vuelta a Francia, de la que
era forofo. Otro amigo le dijo, ¿pero para que lees eso ni luego no
te vas a quedar con el nombre de la mayoría?. Baeza muy serio y
enfadado, como acostumbraba cuando le llevaban la contraria, le
dijo. Toma el periódico y mira a ver si se me han olvidado y le dijo
la lista completa tal como venía en Marca. Ese amigo no volvió a
discutirle sobre nada. Se sabía la lista completa del colegio
cardenalicio y los nombres todos de los Papas, desde San Pedro.
Era una enciclopedia viviente. Escribía en una mesa grande que
teníamos en la imprenta y nunca le ví dudar de un dato, a lo sumo
si miraba alguna palabra en el diccionario, muy rara vez. No
permitía que le metiéramos una errata y cuando salía el primer
pliego con su artículo, lo volvía a corregir para que no saliera nada
que él no hubiera escrito y de la forma en que él lo escribía. El día
de Viernes Santo para él, era sagrado, y se ponía camisa blanca y
corbata negra, porque Cristo había muerto y además solía pasar el
día en retiro, o paseando solo por las afueras de La Bañeza. Dos de
sus artículos fueron multados por la censura de entonces y gracias
al obispo de astorga de aquel tiempo, no cerraron el periódico.
Después de fallecido, siendo concejal de cultura Vicente Pérez,
más conocido por "Piva", se publicaron en dos tomos, todos los
artículos de Baeza y encima hoy todavía están tan vigentes como
entonces, ya que el alma humana no cambia. Todavía quedan
ejemplares en el ayuntamiento que hoy son unas joyas. José Luis
Baeza de la Fuente fue uno de los más grandes escritores que tuvo
nuestra ciudad y nadie le ha igualado todavía.
1 comentario:
los poemas son lo mejor que he leìdo
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